Majestuosa tuvo la oportunidad de entrevistar a un gran personaje de nuestro ambiente artístico Argentino, estamos hablando nada mas ni nada menos que de Claudio Ferrari, Director de grandes éxitos  entre ellos la tira televisiva Casados con Hijos interpretado por Guillermo Francella, Florencia Peña, Luisana Lopilato, Dario Lopilato entre otros que conforman el elenco.
Sin nada mas que decirte, te dejamos la entrevista que tuvimos con Claudio.





¿Desde qué edad surge este deseo de dirigir?

Desde una noche en la casa de mi infancia cuando yo tenía cuatro años y vi una foto de mi papá dirigiendo un cortometraje en 8 mmm con sus amigos en Munro. Es una foto en blanco y negro y se ve una escena del corto de fondo y a mi papá en primer plano de perfil mirando atentamente. Esa noche me explicó que las películas se dirigían, que no se hacían solas, que se cambiaban  las posiciones de cámara según la toma, que los actores decían y actuaban lo que estaba escrito en un guión, que a veces las casas eran decorados... Recuerdo haber vivido uno de esos escasos instantes de plenitud absoluta que se dan en toda una vida,  uno de esos instantes en que algo se ilumina en nuestra percepción y comprendemos que comprendemos. Fue la mejor y principal lección que recibí. El resto se trató de ratificar ese momento de dicha. Hasta hoy, en que sigo siendo dichoso por dirigir y cada día soy afortunado.

¿En tus primeras iniciaciones como director pensabas en lo dificultoso que iba a ser el camino para llegar a ser una figura popular en el mundo del espectáculo?

Nunca pensé eso. Ni lo podría pensar hoy porque nada me fue ni me es dificultoso, y además no soy una figura  popular. Sé que soy un director que sabe su oficio y que he logrado construir para mi trabajo reglas propias que me ilusionan con la idea de que lo que hago es original en el verdadero sentido del término, en el de ser origen de mi mismo cada vez que digo acción.  Eso me da una extraña libertad que me permite dirigir sin dificultades ni  bajo ninguna presión. Cada nueva jornada es como si fuera la primera vez que dirijo. No tengo modelos y eso me libera de toda neurosis. Dirijo porque es lo que sé hacer, y dirijo como si yo fuera el único director del mundo. Por supuesto, admiro de todos los directores algo, pero no me detengo a pensar que debo lograr un estilo como el de nadie.  No debo lograr nada nunca. Sólo me interesa la escena que estoy dirigiendo. No dirijo generalidades. Dirijo momentos. Otra vez el instante como único manual, como única foto inicial y permanente.   Con respecto al mundo del espectáculo me siento parte de él, lo amo, me encariño con sus códigos, me gusta ser parte y a la vez observador. En el mundo del espectáculo le corresponde la popularidad a los actores.  
(Claudio Dirigiendo - Foto NO actual)


Si bien tu trayectoria es amplia, ¿Recuerdas con  exactitud cual fue tu primer trabajo más conocido?

Creo que Casado con hijos, en el sentido de que su masividad  y permanencia es asombrosa y sin duda es uno de esos raros casos en que algo se convierte en clásico en el mismo tiempo en que está sucediendo. Casi siempre los programas que permanecen en la memoria de la gente requieren de un tiempo, una especie de paréntesis que permita que la memoria procese, revea, vuelva a necesitar aquello que alguna vez quiso. Entonces desde ese presente vemos  aquel pasado con una dimensión afectiva que nos hace amarlo de nuevo. Con Casados con hijos me parece que no pasa eso. Pasa que se lo mira con nostalgia mientras se lo disfruta como si fuera la primera vez, y entre su realización y hoy no se ha dejado de dar nunca. Es un fenómeno cultural que suele darse muy pocas, poquísimas veces  en la literatura, en la música, en la poesía, en hechos que no son masivos. En televisión o en cine o en  teatro rara vez sucede que algo es popular y permanente, que se instala en la futura memoria de las mayorías simultáneamente a su disfrute.  Fui muy afortunado al haber realizado cada programa que hice, pero con Casado con hijos sucedió esa magia. Lo extraño es que yo lo supe desde el primer día de grabación. Lo mismo me sucede ahora con Solamente vos. Sé que será un éxito. Sencillamente lo sé. Pero además sé que será un éxito con destino de clásico. Más aún, sucede con Solamente vos algo más raro todavía: el programa aún no salió al aire y ya es un éxito, la gente ya lo quiere. Esa venturosa relación entre un hecho artístico y la gente sólo es posible gracias a esta  maravilla que es la televisión.


¿Quedas conforme con tus productos finales?

Siempre. Claro que para eso tengo la fortuna de trabajar con grandes profesionales que me protegen en todas las áreas.  La televisión es  la única fábrica en el mundo donde conviven todos los oficios: pintores, escenógrafos, iluminadores, cameraman, carpinteros, herreros, modistas, dibujantes, escritores, actores, cadetes, choferes, ebanistas, dobles de riesgo, y así la lista sigue y sigue. No hay mucho misterio en esto: la mayoría son grandes profesionales. Cuando yo digo acción ellos están dando lo mejor de sí. El producto final entonces siempre me deja feliz porque está muy bien hecho.


¿Qué “tips” te gustaría transmitirle a un futuro director?

Que no se ate a ningún prejuicio, que no reverencie modelos a imitar, que no deje un instante de observar el comportamiento humano, y que lea, que no deje de leer un solo día de su vida. Además hay miles de cosas que pueden convertirlo en un director, pero sin lo anterior nunca lo será.  Podrá llegar a ser alguien al que le paguen por figurar como director pero en lo más íntimo él mismo sabrá que no lo es. 

¿Te ha tocado la oportunidad de dirigir actores  malhumorados? ¿Te ha sido fácil lidiar con ellos?

(Claudio Dirigiendo - Foto NO actual)
Jamás lidié con un actor. No hay relación de torero y toro allí. La relación con los actores siempre es  creativa y a partir de un acuerdo, de un encuentro común con el modo en que contaremos juntos  el cuento. Dirigir a los actores es la parte más importante de mi trabajo, y  una de las que mas placer me da.  Con respecto al malhumor, cada día las personas tenemos humores variados. No creo que el malhumor sea una característica permanente en nadie salvo en gente muy infeliz, y nadie podría actuar desde la infelicidad.

En tu experiencia con la serie “Casados con Hijos” ¿Como fue  la labor de adaptar la versión original  a nuestro país?

El original habla de un modo de “perdedores” muy de una cultura de EEUU que en mi caso detesto bastante: eso de que en la vida hay ganadores y perdedores es moralmente inaceptable. Lo que debiera haber, y perdón por la obviedad, es más justicia. En EEUU, aparentemente, un vendedor de zapatos es alguien que carece de valor y poder social. En argentina un vendedor de zapatos es una persona que tiene la dicha de tener trabajo, y eso lo honra. A partir de allí la diferencia a transmitir a los espectadores argentinos era abismal si se partía del original. Creo que lo mejor que tiene Casados es que justamente, mas allá de las anécdotas de cada capítulo, no hubo adaptación, hubo una verdadera nueva versión, original otra vez en el sentido de ser origen de si misma. Lo que debía lograrse con Casados, y que se logró, es que se mostrara un aspecto muy odioso, desde su costado patético y cómico claro, de cierto tipo de porteños: aquellos que se regodean en su ignorancia y desprecian el saber ajeno en la misma medida en que lo envidian.

¿Cómo es la rutina de grabar un episodio? ¿Cómo se comienza y como se termina? ¿Cuántas horas de ensayo previas se necesitan antes de grabar?

Cada programa tiene su forma de producirse debido a múltiples factores: disponibilidad del  elenco, presupuesto, género, si es diario o semanal. Nunca hay un modelo fijo. De todos modos, y a modo de ejemplo genérico, antes de grabar se ensaya, se prevé la luz, la puesta de cámara, se arma al fin una puesta en escena que abarca la totalidad de la secuencia a grabar, se la ensaya una vez más y se la graba y se la vuelve a grabar hasta que sale bien. 

► ¿Alguna anécdota en especial vivida con los actores de la serie que nos quieras contar?

No podría contar una en especial. No es una frase hecha la mía, es una verdad: cada día de trabajo con actores y el resto de los artistas que trabajan en una grabación es como el primero. Nunca me olvido de que para ser director tengo que saber dejar que los demás también me dirijan a mí, y ese momento es siempre una anécdota fantástica, intima, tan amorosa que es imposible de contar. La mejor anécdota siempre es el programa.













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