No importa cuanto sea el esfuerzo que impongas en el camino, si no eres capaz de vencer al peor de los obstáculos… Tu mismo.




Hace un tiempo que ya nada es igual. Mi ver, mi sentir, incluso hasta mi caminar no es el mismo.
Un día como cualquier otro me había acostado a descansar después de tanto estudiar. Planeaba dormir tanto hasta despertar como nuevo. Últimamente la facultad me tenía como loco, era tan grande el empeño que proponía, que esperaba que mis expectativas se forjaran tal cual como yo las deseaba.
 Como todas las noches me dirigí a la heladera, abrí una nueva botella de jugo de naranja y me serví un vaso para luego dejarlo al lado de mi cama. Cerré el gas, el agua y baje la electricidad.
Cerré los ojos para poder relajarme y entrar en un profundo sueño, cuando de pronto  comienzo a sentir ruidos en el techo. Me levante  porque cada vez eran más fuertes, rápidamente subí la llave de electricidad y prendí todas las lámparas  de la casa. Cuando subía por las escaleras  sentí un fuerte cosquilleo por mi cuerpo, el solo pensar que alguien podría estar allí era terrorífico.
Abrí  los ojos y me di cuenta de que todo había sido un sueño, el cansancio que tenia me había hecho  dormirme al instante… Miro la hora y eran las cuatro de la mañana,  estiro  mi mano para alcanzar el jugo que había dejado y no podía ni palparlo, no tuve otra opción  que levantarme  para buscarlo, no tenía fuerzas para aquello, pero el sueño me había dejado exhausto y sediento de tal forma que pareciera haber ocurrido en verdad. Cuando llego a la meza de luz no había nada. Cuidadosamente fui a levantar la llave de electricidad  para poder ver a donde lo  había dejado.
Prendí  la luz, sentí un fuerte cosquilleo como el que sentí en el sueño, de súbito  veo en la mesa un vaso de jugo por la mitad, un paquete de galletas de chocolate abierto y una silla sacada desde el adentro de la mesa.
No sabía que pensar y por lo general no me gusta suponer absolutamente nada, pero claramente había una duda en todo esto. Yo jamás dejo paquetes abiertos  y el jugo siempre lo dejo al lado de mi cama… decidí irme a dormir, pero por más que lo intentaba no podía cerrar mis ojos y estaba pendiente del mínimo ruido que se emitiera en mi hogar.
Desperté, los rayos del sol ingresaban por la ventana de mi cuarto y en su finalidad veo una sombra o más bien  un ente negro.  Con cada pestañada se acercaba más y más, comencé a sentir el mismo cosquilleo de antes nada más que era más intenso, mi corazón latía tan fuerte que podía notar como mi presión arterial aumentaba y el sudor de mi cuerpo cada vez se hacía más abundante…  Estire mi brazo, prendí la luz y todo desapareció.
Cuando al fin pude calmarme un poco me fui a bañar. Mis dudas seguían,  mi miedo seguía, ningún pensamiento podía hacer a un lado lo que mis ojos habían visto. Salí de bañarme y fui a prepararme  el desayuno. Mientras tomaba  café deambulaba por toda la casa y cuando llego a la puerta trasera que es toda de cristal veo una mancha con forma de mano… No quise suponer nada y seguí el día comúnmente, ya demasiado había pasado la noche anterior.
Luego de terminar el desayuno acomode rápidamente las cosas y me fui al trabajo.   Camino a  él comencé a notar que la gente me observaba de una manera muy rara, como si mi caminata fuese diferente o  incluso yo fuese diferente… Me sentía muy incomodo, las miradas lograban intimidarme.  Nunca antes me había sucedido que el afuera me distinga, me diferencie del resto y me rechace como si fuese algo malo.
Cuando llegue al trabajo como era de costumbre saludaba a todos mis compañeros, pero esa vez se me tornaba imposible. Todos  estaban  concentradamente haciendo su labor, y así, de a poco   el silencio se iba adueñando cada vez más del lugar y comenzaba a sentir la sensación de cosquilleo que había sentido  la noche anterior.
Llegué a mi oficina y cada segundo que pasaba comenzaba a sentirme más nervioso, mi frente estaba con sudor y mi cuerpo seguía sintiendo el mismo cosquilleo de antes, jamás me había sentido de esa manera. No podía tener el control ni de mi mismo, era  una situación muy extraña. La computadora del trabajo no me prendía,  mi secretaria había faltado porque estaba enferma, las llaves de mi cajón de archivos las había olvidado, mi teléfono estaba averiado… desde aquella mañana  todo parecía haberse  vuelto en mi contra y ya no lo estaba soportando mas, así que decidí pedirle permiso al gerente para poder  retirarme y en cuanto me lo diera, irme inmediatamente a mi casa… no tenía ganas de volver a ella, pero no tenía otro lugar a donde ir.

Cuando llegué, mientras abría la puerta se me pasaban mil preguntas por mi mente sobre que podría haber allí. Entre rápidamente, levante la electricidad e inmediatamente fui a prender todas las luces… Cada una de ellas estaba quemada, ninguna prendía. Cerré mis ojos y camine por el pasillo a oscuras hasta llegar a la ventana principal para  poder abrirla y que entre luz.
Nunca llegué, desperté en el suelo y para mi temor  tenía una única luz que me alumbraba, cuando quiero levantarme al lado mío se encontraba un vaso lleno con jugo de naranja… El cosquilleo comenzó nuevamente. Me levante rápidamente  y corrí a prender todas las luces. Todas se prendieron, era inexplicable.  Abrí las ventanas, trate de calmarme y así poder comenzar a estudiar. Faltaban días para mis exámenes finales y no tenía casi nada estudiado.
Habían pasado horas, deje los libros a un lado y me fui a dormir. Al instante el timbre me despierta haciéndome sobresaltar, era mi mejor amiga Carol. Se había llegado a visitarme, hacia meses que no nos veíamos porque estaba en Londres estudiando gracias a una beca que se había ganado en la secundaria.
Me tomo de sorpresa su visita, no sabía que había venido.  Nos pasamos el tiempo conversando sobre nuestras vidas. En un momento  Carol menciona “Mañana vamos a Friday” – una discoteca que solo abre los viernes-… Entonces hoy seria jueves y hacía  un momento que  recién comenzaba mi semana.
No escuche nada de lo que Carol decía, desde el momento que menciono  “Friday”  quede totalmente desorientado. Si pasaron tantos días, entonces no fui al trabajo, no me llamaron, no fui a la facultad.
Despedí a Carol y encendí el televisor instantáneamente.  Perfectamente marcaba que era jueves veinte y tres de marzo, pero mi celular mostraba diciembre treinta y uno… Si la fecha que mostraba la tv era cierta, mis exámenes ya habrían caducado, y no habría asistido al trabajo por mucho tiempo.
Mi cerebro estaba en un trabajo constante, ya no sabía qué hacer, que pensar, si llamar a Carol de nuevo y contarle todo lo que me estaba pasando, o dejar todo como estaba, porque incluso ni yo sabía que me estaba pasando. Por eso mismo me fui a acostar y a tratar de dormir.
Mis ojos se abrieron y en tal punto estaban dispuestos  afrontar lo que me preparaba el día. Tomé aliento y giré para levantarme… Sentí un fuerte cosquilleo y lo vi de nuevo. Ahora estaba totalmente seguro que esa sombra era la de un hombre.
Ni lo pensé, Salí corriendo hacia fuera… Cuando llegue todo empeoró, todo era un vacio  blanco. Solo podía ver la puerta por la que la que había salido y una multitud de gente tildada, solidificada, congelada.
Entré de nuevo, me surgían ganas de llorar, necesitaba respuestas, ya no sabía qué hacer.
Cuando abro la puerta me vi a mi mismo, estaba sentado estudiando.  Las horas pasaban y yo seguía sin descanso.  Me quede observándome y en un momento  me levanto para irme a dormir.
 Todo se torno arduo, habían pasado horas y el tiempo comenzó a hacer sentir su peso.  Tenía hambre, abrí un paquete de galletas y tome un poco de  jugo… ya no aguantaba más, quería que todo terminara. 
El sol comenzaba a salir y pude ver como dormía. Me sentí mal al verme así de molesto, tenso, nervioso. De repente me desperté y me asuste nuevamente - yo no vi absolutamente nada- … Aun sigo teniendo la duda de que habré visto.

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