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- Leer: ¿placer o deber?
¿Cuántas veces nos han dado
textos obligatorios para leer, ya sea en la escuela, facultad o cualquier otro
ámbito similar, que nos han matado de aburrimiento?
Por más que este sea un tema
considerado cliché y hasta "quemado", lo cierto es que nunca termina
de ser un problema, más que nada para los chicos en edad escolar. Desde que soy
muy chica escucho esta discusión entre los más grandes y los más chicos, pero jamás
es un tema tomado en serio.
Más allá del posible aburrimiento
de un puñado de personas, las lecturas que dan (y que yo también he padecido)
no son apropiadas para los tiempos que corren. Esto llega a ser hasta peligroso;
lo que estas obras hacen es sacar el placer de una lectura, poner en automático
un pasatiempo que nutre a la gente. De este modo una sociedad como la nuestra
termina perdiendo la costumbre de leer por opción propia, por el simple deseo
de hacerlo.
¿Cuánto tiene que ver esto en las estadísticas? Según una encuesta del diario Clarín de hace un par de años, en Argentina un alumno lee en promedio menos de medio libro por año, cuatro de cada diez admite haber leído de uno a tres libros en los últimos seis meses, 15,5% entre cuatro y cinco y 11% leyó más de diez. Pero a no alegrarse, porque por más que estemos entre los 20 países que más leen (puesto 17), el 27,2% dice no haber leído ninguno en todo ese tiempo.
Un cuarto de la población no lee un solo libro en seis meses, por
lo que podemos adivinar que no lo hace tampoco en los seis restantes excepto en
alguna excepción. Esa gente no nutre su cerebro con nuevos contenidos, sean
escritos ahora o hace doscientos años; lo que importa, es leer.
El problema reside en cómo
educamos a los más jóvenes sobre este tema. Hay ciertos libros que es sabido
que no gustan a los chicos, pero no por eso los vamos a sacar de la currícula;
considero que libros como Martín Fierro son dignos de leerse y obligatorios
para cualquier argentino… pero ¿qué pasa cuando todos los libros que les dan
para leer son Martín Fierros?
Los libros de hoy en día,
clasificados bajo el género de infanto-juvenil, son una buena salida. Por más
que muchos lectores de más edad no los considere literatura, lo cierto es que
la mayor parte de los adolescentes que hoy en día leen, son asiduos a estas
lecturas. ¿Cuán mal haría una de estas lecturas cada uno o dos clásicos, a modo
de incentivo?
Demostrándoles a los más chicos
que leer no es aburrido los formamos para su futuro, su adultez. Así podríamos
hacer que ese 27,2% baje drásticamente y que nosotros, como país y nación,
aparezcamos cercanos al primer puesto de los 20 países que más leen.
Escrito por María Florencia Méndez